La moda y la joyería en España no van acorde al resto de Europa, y siguen influenciadas por el Renacimiento del Siglo XVI.
Al principio del Siglo XVII los tejidos son gruesos y pesados, como el terciopelo o los brocados. En los cuadros de dicha época podemos apreciar como las mujeres llevan ropas muy pesadas y molestas de llevar, aunque también debido al frío que se debía pasar dentro de los castillos y palacios que como única calefacción tenían las chimeneas. También la Santa Inquisición no permitía cambios en los atuendos de las personas.
Se utilizan los guardainfantes que debían ser de una gran incomodidad por no permitir al cuerpo libertad de movimientos y que estaban compuestos por un armazón hueco de forma redondeada hecho de alambres con cintas que se sujetaban a la cintura, debajo de la falda para darle mucho volumen.
Están de moda las grandes gorgueras que cubrían todo el cuello y que con el tiempo se van reduciendo hasta desaparecer, pasando a los escotes rectos que enseñan los hombros. De está manera, se darán nuevas formas para las joyas de pecho simulando las lazadas textiles y pasando a ser de metal.
En la joyería se continuó con algunos modelos del siglo anterior como aquellos que van sobre los trajes. Los pinjantes y pinjantes de cadenas que son un colgante con una joya pequeña que a veces representan a un león, un ave, o algún otro elemento naturalista y en el que suele formar parte algunas veces una perla barroca. Todo sujeto por varias cadenas que van unidas en sus extremos superiores.
Las
manillas o
pulseras se utilizaron por pares hasta el Siglo XVIII, era muy común
que estas joyas no se utilizaran solas sino en un conjunto o aderezo
formado por varias alhajas como sortijas, collar, pendientes,
manillas,
adornos para el pelo, bandas sujetas por joyas, etc.
Después
estaban los medios aderezos que podían ser por ejemplo un conjunto
de pendientes y joya
de pecho o broche.
La gran mayoría de joyas de pecho van cosidas sobre los trajes. Suelen tener un distintivo textil en forma de lazo en
colores variados como el naranja, rojo, rosa, azul y que
más tarde pasarán a ser de metal, denominándolos como lazos de Sevigné
en honor a la
Marquesa de Sevigné que tanto le gustaba lucirlos y que perdurarán
hasta principios del Siglo XIX.
Aparecen
las llamadas corbatas
que son lazos de puntas caídas por los lados. Las
bandas de hombros que cruzan los escotes de lado a lado y que pueden
ir sujetas con la joya
de pecho. Airones
para el pelo que
son adornos en forma de pluma o sistema para sujetar las plumas que
se colocan en el cabello. Piochas
que son airones
con un motivo que cuelga en forma de lágrima, pera o almendrilla. También
se utilizan las pedradas
que son grupos redondos de pedrería, las botonaduras de oro y los
camafeos.
Las
mujeres usarán las pomas de olor que son dijes
en forma de fruta
que va sujeta por una cadenilla y muchas tienen uno o varios
compartimentos que a veces se abren en forma de gajos de naranja
donde se introducía sustancias olorosas como el almizcle, la
algalia o civeta, el ámbar gris y el aceite de castor. En Inglaterra
se llamaron pomander
o musk ball
y en Francia Boîte
de senteur. Fue desde España, siglos atrás, donde los perfumes orientales
comenzaron a introducirse en Francia e Italia gracias al esplendor de la civilización árabe en España. Antes del Siglo XIX el perfume se utilizaba para disimular el mal olor y la falta de higiene, las clases altas eran las más reacias al baño.
Las
pomas de olor fueron decayendo a medida que avanzaba el siglo, siendo
en el Siglo XVIII utilizadas mayormente para los dijes
infantiles.
Los
dijes
eran colgantes o menudencias que llevan los niños colgando de un
dijero
que es un cinturón textil o metálico del que cuelgan higas,
amuletos, sonajeros, silbatos, campanillas, chupadores, etc. Estos
dijes
seguirán de moda en el Siglo XVIII.
A partir de finales del Siglo XVIII es cuando se empiezan a llevar las joyas por separado en el vestuario femenino y no como aderezo o un conjunto.
Los capotes sujetos con broches, las botonaduras cosidas a los trajes, los broqueletes o hebillas para el calzado, los cabos o puntas metálicas del siglo anterior que aún se usan rematando las mangas o faldas siendo su uso tanto para el hombre como para la mujer.
El sombrero suele llevar muy variados ornamentos en el hombre y también en la mujer como los cintillos que era una cinta que rodeaba el sombrero y que a veces se adornaba con pedrería o con elementos metálicos.
Las gemas preferidas son las esmeraldas y los diamantes, que a veces son imitados por vidrios blancos. Las esmeraldas procedentes de Colombia en grandes cantidades son introducidas por Portugal y se las hacía pasar por esmeraldas indias que poseían mayor prestigio en ese momento. También se usaban las perlas. Los rubíes, zafiros, amatistas, topacios, cuarzos hialinos son también utilizados. Las tallas siguen siendo en punta o en tabla, mientras que en Europa van evolucionando para poder conseguir más esplendor y brillo con la talla.
Como metales el oro y la plata abundan pues llegan en grandes cantidades desde las colonias y esto supone que se encuentren como objetos para las casas en forma de candelabros, bandejas y no solo en las casas de la aristocracia y nobleza.
A partir de los últimos años de reinado de Felipe IV cuando la crisis se hace sentir en España, las guerras, la emigración y las epidemias diezmaron a la población provocando un fuerte descenso demográfico. Las joyas que hasta ese momento eran grandes, pesadas y con piedras caras pasan a ser más ligeras y menos voluminosas, comenzando a usarse piedras falsas por la crisis. Es con la muerte de Carlos II último de los Austria y la llegada de los Borbones y sus cónyuges cuando en España a partir de Siglo XVIII la mujer se libera de estos atuendos tan pesados y comienza a ofrecer una silueta más femenina gracias a las influencias de la moda francesa.
A partir de finales del Siglo XVIII es cuando se empiezan a llevar las joyas por separado en el vestuario femenino y no como aderezo o un conjunto.
Los capotes sujetos con broches, las botonaduras cosidas a los trajes, los broqueletes o hebillas para el calzado, los cabos o puntas metálicas del siglo anterior que aún se usan rematando las mangas o faldas siendo su uso tanto para el hombre como para la mujer.
El sombrero suele llevar muy variados ornamentos en el hombre y también en la mujer como los cintillos que era una cinta que rodeaba el sombrero y que a veces se adornaba con pedrería o con elementos metálicos.
Las gemas preferidas son las esmeraldas y los diamantes, que a veces son imitados por vidrios blancos. Las esmeraldas procedentes de Colombia en grandes cantidades son introducidas por Portugal y se las hacía pasar por esmeraldas indias que poseían mayor prestigio en ese momento. También se usaban las perlas. Los rubíes, zafiros, amatistas, topacios, cuarzos hialinos son también utilizados. Las tallas siguen siendo en punta o en tabla, mientras que en Europa van evolucionando para poder conseguir más esplendor y brillo con la talla.
Como metales el oro y la plata abundan pues llegan en grandes cantidades desde las colonias y esto supone que se encuentren como objetos para las casas en forma de candelabros, bandejas y no solo en las casas de la aristocracia y nobleza.
A partir de los últimos años de reinado de Felipe IV cuando la crisis se hace sentir en España, las guerras, la emigración y las epidemias diezmaron a la población provocando un fuerte descenso demográfico. Las joyas que hasta ese momento eran grandes, pesadas y con piedras caras pasan a ser más ligeras y menos voluminosas, comenzando a usarse piedras falsas por la crisis. Es con la muerte de Carlos II último de los Austria y la llegada de los Borbones y sus cónyuges cuando en España a partir de Siglo XVIII la mujer se libera de estos atuendos tan pesados y comienza a ofrecer una silueta más femenina gracias a las influencias de la moda francesa.
Broche Sevigné |
Insignia de La Orden de Santiago de Compostela |
Relicario |
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